Quiénes pueden votar mañana, el número de locales de votación habilitados, las mesas contempladas y las novedades en la entrega de información es parte de lo que se debe tener en cuenta para participar o seguir las primeras primarias legales.
por Claudia Valle
El rol del Servel en las primarias
Esta es la primera elección organizada completamente por el Servicio Electoral (Servel) y, por lo tanto, será a este organismo al que le corresponderá la entrega de resultados preliminares. Para ello, en la biblioteca del Centro Gabriela Mistral (GAM), el Servel instalará el centro de informaciones y cómputos de las elecciones primarias. De acuerdo con la ley, la responsabilidad de informar es del presidente del consejo directivo del Servel, Juan Emilio Cheyre, rol que antes recaía sobre el subsecretario del Interior. Está previsto que el primer boletín se entregue hoy luego de la constitución de las mesas. Mañana, una vez que se hayan cerrado las mesas de votación y se cuente con el 20% del conteo a nivel nacional, se entregarán los primeros resultados.Fusión de mesas y locales de votación
Para las elecciones primarias, el Servel redujo el número de locales de votación -de 1.673 en las últimas municipales, a 1.371-, de las mesas receptoras de sufragios -de 40.818 en los comicios de octubre pasado, a 13.541-, y resolvió fusionarlos. Como consecuencia, ahora las mesas tendrán 1.050 electores. Mientras que en un local se ubicarán los electores de dos, tres o más locales de votación. Aunque el elector mantiene el número de su mesa, es posible que cambie el local en el que tiene que votar. En www.consulta.servel.cl se puede conocer la mesa y local de votación en las elecciones de mañana o llamando al Call Center del Servicio Electoral 800366400.Quiénes pueden votar en las primarias
A diferencia de otras elecciones, en las primarias no pueden votar todos los interesados, sino solamente los independientes y los militantes de los partidos que integran los pactos que presentan candidatos en este proceso. En ese entendido, además de aquellos que no están inscritos en ninguna tienda, pueden participar en la primaria de la Alianza aquellos que pertenecen a las filas de RN y la UDI. Mientras que en la de la Nueva Mayoría, solamente votan los afiliados del PS, PPD, DC, PR, PC, MAS e IC y los independientes. En esta elección no pueden votar los militantes del PRI, el P. Humanista, el P. Ecologista Verde, el P. Igualdad, el P. Progresista, el Partido Liberal de Chile, el P. Fuerza del Norte, el P. Fuerza Solidaria, el P. Ecologista Verde del Norte y del P. Izquierda Unida.Votos diferenciados
La militancia del elector definirá qué cédula electoral se le entregará para votar. Si pertenece a un partido de la Alianza, RN o la UDI, se le entregará un voto en el que aparecen los nombres de Pablo Longueira y Andrés Allamand. Si es parte de una colectividad de la Nueva Mayoría -PS, PPD, DC, PR, PC, MAS e IC- recibirá un voto con los nombres de Michelle Bachelet, José Antonio Gómez, Claudio Orrego y Andrés Velasco. Y si es independiente se le pasará una papeleta con los candidatos de los dos pactos.Primarias parlamentarias en 10 distritos
En paralelo a las primarias presidenciales, mañana se realizarán primarias para elegir candidatos a diputados en 10 distritos. RN es el único partido que optó por este mecanismo para definir algunos de sus postulantes a las parlamentarias de noviembre. Por lo tanto, en Arica, Iquique, La Serena, San Felipe, Independencia, Rengo, Victoria, Llanquihue, Aysén y Punta Arenas los militantes de RN e independientes podrán votar por quién consideran el mejor candidato.Vocales definen tipo de papeleta
Mientras que en otras elecciones, el vocal se limita a recibir la cédula de identidad, buscar el nombre del elector, entregar la cédula electoral, entre otras cosas, en las elecciones primarias, además, será el encargado de definir qué papeleta es la que le corresponderá usar al elector. Para ello, primero tendrá que revisar en el padrón electoral si el votante es independiente, militante de algún partido político que integre algunos de los pactos que tienen primarias o pertenece a alguna colectividad que no participa en ellas.Una urna para tres tipos de votos
Aunque en las elecciones de mañana se distribuirán tres papeletas distintas (una para los militantes de los partidos de la Nueva Mayoría, otra para los de las colectividades de la Alianza y una tercera para los independientes), en la mesa receptora de sufragios habrá solamente una urna para depositar los votos de las primarias presidenciales. Y una segunda únicamente en los 10 distritos que tienen primarias parlamentarias.
La Moneda inicia acciones judiciales por afiliaciones irregulares a partidos
Problema fue destapado luego de que Servel publicara nómina de militantes de colectividades que no participan en primarias.
por José Miguel Wilson
Un banner, una suerte de aviso o enlace, en las páginas web de las gobernaciones e intendencias incorporó desde ayer el Ministerio de Interior para comenzar a recoger denuncias de ciudadanos que a raíz del proceso de elecciones primarias descubran haber sido afiliados irregularmente a partidos políticos.
El hecho quedó en evidencia, luego de que el Servicio Electoral publicara la nómina de personas inhabilitadas para votar mañana por figurar como inscritos en partidos que no competirán en primarias. Así surgieron denuncias de ciudadanos afiliados sin su consentimiento, lo que puso bajo sospecha a los partidos Progresista (PRO), Humanista, Ecologista e Igualdad, entre otros.
El Servel informó que, entre el 10 y el 21 de junio, hubo 3.049 consultas de afiliación política y 1.927 solicitudes de renuncia a colectividades. En los últimos días esta cifra se habría duplicado según fuentes parlamentarias que han tenido contacto con el organismo electoral. Pero el servicio no precisa las razones detrás de esas consultas o desafiliaciones, por lo que no necesariamente todos serían casos de inscripciones irregulares.
Para afinar el catastro, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, dijo que a través de estos enlaces en las páginas de gobierno, bajo el nombre “Afectados por eventuales afiliaciones irregulares”, los interesados podrán acceder a un formulario para denunciar su caso.
El subsecretario explicó que la ley faculta al Ministerio del Interior a denunciar ante el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel), que evalúa los casos y puede aplicar sanciones.
“El ciudadano, que dice ser independiente y no haber firmado jamás un registro partidista y que por alguna razón, que no se explica, aparece militando en un partido, puede hacer la reclamación y aquí tiene un gobierno que va a tomar un rol activo”, dijo Ubilla, quien explicó que algunas sanciones del Tricel “son bastante duras, van desde una amonestación hasta la disolución del partido político”. Otras medidas son multas o inhabilidades a los propios directivos de la colectividad cuestionada.
En este tema el Servel también está estudiando sus propias medidas. Si bien el problema se ha detectado sólo en partidos que no participan de las primarias, el proceso de mañana puede arrojar nuevos casos de personas que al momento de votar se den cuenta de que no son independientes, porque aparecen en registros de tiendas de la Alianza o la oposición.
Por tal razón a partir del lunes el Servel, donde no descartan iniciar también acciones judiciales, realizará su propio catastro. “Se está recopilando antecedentes y sobre esa base ver qué medida tomar”, dijo Patricio Santa María, consejero del Servel.
El diputado DC, Gabriel Silber, ayer se reunió con el presidente del Consejo Directivo del Servel, Juan Emilio Cheyre, para pedirle acciones. “El titular del Servel nos confirmó que después de las primarias se realizará un levantamiento de todos los padrones de los partidos”, dijo.
En el PRO, en tanto, ven en estas denuncias un intento por perjudicar la candidatura de Marco Enríquez-Ominami. “Este es un tema político”, dijo la presidenta del PRO, Patricia Morales, quien demandó que se investigue por igual “a todos los partidos”.
Voto voluntario y abstención: los factores que precipitaron la campaña
El domingo 28 de octubre del año pasado, en las elecciones municipales, debutó en Chile un sistema inédito: el de inscripción automática y voto voluntario. La primera medida hizo crecer el número de potenciales electores de 8,1 a 13,4 millones de personas con derecho a sufragar. La segunda, elevó drásticamente el nivel de abstención electoral: si en la municipal de 2008 la participación fue de 57,4%, en los últimos comicios votó sólo el 43,06%.
En términos políticos, estas municipales implicaron también un golpe para los partidos de gobierno, que perdió comunas claves, como Santiago, Providencia, Concepción, Recoleta, Independencia y La Reina. Al efecto que esta derrota implicaba para la presidencial, se sumó que la abstención afectó mayormente a los candidatos del oficialismo, ya que incluso en aquellas comunas grandes que lograron retener, como Vitacura, Las Condes y Ñuñoa, sus respectivos ediles recibieron menos votos.
Fue justamente este contexto el que volvió incontenible un debate hasta ese momento larvado dentro del gobierno y sus partidos: la salida anticipada del gabinete de sus entonces dos cartas presidenciables, Laurence Golborne y Andrés Allamand.
El magro resultado en la municipal -y una aprobación presidencial que promediaba los 32 puntos- había recrudecido la presión ejercida desde RN para adelantar la carrera presidencial, argumentando la necesidad de movilizar a un electorado que a raíz de esos comicios se perfilaba como apático. Mover desde ya las cartas oficialistas, se sostenía, permitiría acortar las distancias con una Michelle Bachelet que, aún en la ONU y sin haber emitido declaraciones respecto de Chile, se perfilaba como la gran favorita en las encuestas.
La UDI, en tanto, se resistía al cambio. Adelantar la carrera, argumentaban en Suecia 286, no tenía mayor sentido mientras Bachelet siguiera radicada en Nueva York, y un período tan extenso de campaña podía generar roces. A esto se sumaba un debate interno entre quienes resentían que el entonces ministro de OO.PP. no militara en las filas gremialistas.
Sin embargo, la presión llevó a que el 5 de noviembre, el Presidente Sebastián Piñera concretara el cambio de gabinete. La salida de Golborne y Allamand fue el puntapié inicial de la carrera oficialista. Aunque La Moneda intentó evitar que la presencia de dos candidatos desatara pugnas entre los partidos -“les pedí que no se atacaran entre ellos, porque los iba a debilitar”, reveló Piñera en una entrevista-, durante los casi seis meses que Allamand y Golborne estuvieron en carrera (hasta la bajada de este último) las pugnas entre las tiendas no fueron menores.
COMENTARIO DE PATRICIO NAVIA
El año de los autoflagelantes
Jun. 29 , 2013
Después de haber sido marginado de la toma de decisiones en los gobiernos concertacionistas, el sector más crítico del modelo tiene una gran oportunidad de llegar a La Moneda de la mano de Michelle Bachelet. Pero aunque gocen la victoria en primarias sobre los candidatos del continuismo en las políticas históricamente privilegiadas por la Concertación, los autoflagelantes saben que derribar la institucionalidad en la que descansa el modelo político y económico será más difícil que ganar mañana.
Desde fines de los 90 que la Concertación está dividida en dos almas, los autocomplacientes -orgullosos de lo alcanzado y comprometidos con reformas graduales y pragmáticas al modelo- y los autoflagelantes -interesados en cambiar el rumbo y alejarse del ordenamiento institucional y modelo económico heredados de la dictadura-. Los autocomplacientes siempre fueron más poderosos. El manejo de la política económica y los puestos de más influencia política siempre fueron para autocomplacientes.
Pero incluso más que la exclusión del poder, los autoflagelantes reclamaban por las pocas oportunidades que daba la dirigencia concertacionista para que expresaran las posturas más críticas con el modelo social de mercado, impulsado siempre desde el Ministerio de Hacienda. Si los autocomplacientes en los 90 entendían la necesidad de la democracia de los acuerdos por la presencia de Pinochet en el Ejército, por los enclaves autoritarios y por la todavía frágil democracia, bajo Lagos debieron esperar, primero, la recuperación económica y, después, tuvieron que sumar fuerzas para resistir a la oleada de la UDI popular, que alcanzó su momento más poderoso en 2002. Cuando creyeron que finalmente tendrían su chance, vieron frustrados sus intentos a partir de 2006, cuando Andrés Velasco, con sus aliados de Expansiva y otros autocomplacientes, copó los espacios de poder más importantes en el cuatrienio de Bachelet.
Ahora que Bachelet tiene un discurso de cambios profundos y radicales, los autoflagelantes estarán en una mejor posición que nunca antes para impulsar los profundos cambios que siempre han añorado. Pero las señales de advertencia abundan en el horizonte. La mayoría de los chilenos quiere más reforma que revolución. Si Bachelet se corre mucho a la izquierda, arriesga perder el voto moderado, bloque decisivo en las elecciones de noviembre.
De cualquier forma, aunque muchos anticipen que la realidad política obligue a transformar los sueños revolucionarios de asamblea constituyente y fin del modelo económico por realidades de ajustes que corrijan, pero también profundicen el modelo neoliberal, el solo hecho de entrar por las grandes alamedas de la deliberación al interior de la Concertación es motivo de satisfacción.
Aunque un eventual gobierno de Bachelet se parezca a las cuatro administraciones concertacionistas previas -promoviendo reformas en la medida de lo posible y con promesas de avanzar hacia el objetivo, más que expectativas de materializar la educación gratuita o una nueva Constitución-, poder expresar disenso ante el modelo constituye un triunfo. Por eso, aunque teman que la alegría no dure mucho, los autoflagelantes celebran.
Pero por eso mismo, los autocomplacientes también aparecen menos preocupados que aquellos que sólo ponen atención a las promesas que ahora realiza Bachelet en campaña. Aunque sea la primera presidenta autoflagelante en llegar a La Moneda, como ya pasó en 2006, los autocomplacientes bien pudieran ser los que vuelven al poder.
Desde fines de los 90 que la Concertación está dividida en dos almas, los autocomplacientes -orgullosos de lo alcanzado y comprometidos con reformas graduales y pragmáticas al modelo- y los autoflagelantes -interesados en cambiar el rumbo y alejarse del ordenamiento institucional y modelo económico heredados de la dictadura-. Los autocomplacientes siempre fueron más poderosos. El manejo de la política económica y los puestos de más influencia política siempre fueron para autocomplacientes.
Pero incluso más que la exclusión del poder, los autoflagelantes reclamaban por las pocas oportunidades que daba la dirigencia concertacionista para que expresaran las posturas más críticas con el modelo social de mercado, impulsado siempre desde el Ministerio de Hacienda. Si los autocomplacientes en los 90 entendían la necesidad de la democracia de los acuerdos por la presencia de Pinochet en el Ejército, por los enclaves autoritarios y por la todavía frágil democracia, bajo Lagos debieron esperar, primero, la recuperación económica y, después, tuvieron que sumar fuerzas para resistir a la oleada de la UDI popular, que alcanzó su momento más poderoso en 2002. Cuando creyeron que finalmente tendrían su chance, vieron frustrados sus intentos a partir de 2006, cuando Andrés Velasco, con sus aliados de Expansiva y otros autocomplacientes, copó los espacios de poder más importantes en el cuatrienio de Bachelet.
Ahora que Bachelet tiene un discurso de cambios profundos y radicales, los autoflagelantes estarán en una mejor posición que nunca antes para impulsar los profundos cambios que siempre han añorado. Pero las señales de advertencia abundan en el horizonte. La mayoría de los chilenos quiere más reforma que revolución. Si Bachelet se corre mucho a la izquierda, arriesga perder el voto moderado, bloque decisivo en las elecciones de noviembre.
De cualquier forma, aunque muchos anticipen que la realidad política obligue a transformar los sueños revolucionarios de asamblea constituyente y fin del modelo económico por realidades de ajustes que corrijan, pero también profundicen el modelo neoliberal, el solo hecho de entrar por las grandes alamedas de la deliberación al interior de la Concertación es motivo de satisfacción.
Aunque un eventual gobierno de Bachelet se parezca a las cuatro administraciones concertacionistas previas -promoviendo reformas en la medida de lo posible y con promesas de avanzar hacia el objetivo, más que expectativas de materializar la educación gratuita o una nueva Constitución-, poder expresar disenso ante el modelo constituye un triunfo. Por eso, aunque teman que la alegría no dure mucho, los autoflagelantes celebran.
Pero por eso mismo, los autocomplacientes también aparecen menos preocupados que aquellos que sólo ponen atención a las promesas que ahora realiza Bachelet en campaña. Aunque sea la primera presidenta autoflagelante en llegar a La Moneda, como ya pasó en 2006, los autocomplacientes bien pudieran ser los que vuelven al poder.
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